Gordon Alport

Gordon Allport nació en Montezuma, Indiana en 1897 y
era el menor de cuatro hermanos. Era un chico tímido y estudioso, aunque algo
guasón. Vivió una infancia solitaria. Su padre era un médico rural y como era
de esperar Gordon creció entre pacientes y enfermeras y toda la parafernalia de
un hospital en miniatura.
A los 22 años de edad, viajó a Viena. ¡Se las había
arreglado para conocer al gran Sigmund Freud! Cuando llegó al despacho de él,
Freud simplemente se acomodó en un sillón y esperó a que Gordon empezara.
Después de un rato, Gordon no pudo soportar más el silencio y esperó una
observación que había hecho mientras iba de camino a conocer a Freud. Mencionó
que había visto a un niño pequeño en el autobús que estaba muy enfadado porque
no se había sentado donde previamente lo había hecho una señora mayor. Gordon
pensó que esta actitud era algo que de alguna forma el niño había aprendido de
su madre, una mujer con tipo muy elegante y de esas que parecen dominantes.
Freud, en vez de tomar el comentario como una simple observación, lo tomó como una
expresión de un proceso más profundo, inconsciente, en la mente de Gordon y le dijo:
“¿y ese niño eras tú?”. Esta experiencia hizo que Gordon se diese cuenta de que
la psicología profunda excavaba demasiado hondo; de la misma forma en que antes
se había percatado de que el conductismo se quedaba demasiado en la superficie.
Allport recibió su licenciatura en psicología en
1922 en Harvard, siguiendo los pasos de su hermano mayor Floyd, quien se
convertiría en un importante psicólogo social. Gordon trabajó siempre en el
desarrollo de su teoría, examinando cuestiones sociales como el prejuicio y
creando tests de personalidad. Murió en Cambridge, Massachussets en 1967.
Teoría de los Rasgos
Una de las cosas que motiva a los seres humanos es
la tendencia a satisfacer necesidades biológicas de supervivencia, lo cual
Allport llama funcionamiento oportunista. Señala que este funcionamiento
se caracteriza por su reactividad, orientación al pasado y por supuesto, tiene
una connotación biológica.
Pero Allport creía que el funcionamiento
oportunista era algo relativamente poco importante para entender la mayoría de
los comportamientos humanos. La mayoría de los comportamientos humanos, decía,
están motivados por algo bastante diferente -- funcionamiento como forma
expresiva del self -- lo cual llamó funcionamiento
propio – proprium - La
mayoría de las cosas que hacemos en la vida es… ¡Una cuestión de ser lo que
somos! El funcionamiento propio se caracteriza por su tendencia a la actividad,
su orientación al futuro y que es psicológico.
Para acercarnos de una forma más intuitiva a lo que
se ha llamado funcionamiento proprium, piense en la última vez que quiso actuar
de una determinada forma o ser de una manera concreta porque verdaderamente
sentía que estos actos serían una expresión directa de aquello más importante
de usted mismo. Recuerde, por ejemplo, la última vez que usted hizo algo para
expresar su sí mismo; aquella vez donde se dijo “¡esto es lo que realmente
soy!”. Hacer aquellas cosas que son coherentes con lo que somos; esto es
funcionamiento proprium (En este
sentido, y con fines prácticos,
podemos perfectamente utilizar el término como “propio”.
Ya que Allport puso tanto énfasis en el Self o
Proprium, tenía que ser lo más preciso posible con su definición. Lo hizo desde
dos direcciones, fenomenológica y funcionalmente.
·
Primero,
desde una perspectiva fenomenológica, sería el Self como algo que se
experimenta, que se siente. Allport sugirió que el Self está compuesto por
aquellos aspectos de la experiencia que percibimos como esenciales (algo opuesto a lo incidental o accidental), cálido (o “querido”, opuesto a
emocionalmente frío) y central (como
opuesto a periférico).
·
Su
definición funcional se convirtió en una teoría del desarrollo por sí misma. El
Self tiene 7 funciones, las cuales tienen a surgir en ciertos momentos de la
vida:
1.
Sensación del cuerpo
2.
Identidad propia
3. Autoestima
4.
Extensión de uno mismo
5. Auto
imagen
6.
Adaptación racional
7. Esfuerzo
o lucha propia
·
Rasgos o
Disposiciones
Ahora bien, como el Proprium se desarrolla de esta
forma, entonces también desarrollaremos rasgos
personales o disposiciones
personales. Al principio, Allport usó el término rasgos, pero se dio
cuenta que las personas entendían el concepto como cuando alguien describe a
otra persona o cuando concluimos la personalidad en virtud de unos tests de
personalidad, en vez de considerarlo aquellas características únicas, individuales
de la persona. Finalmente, cambió el concepto por disposiciones. Una
disposición personal se define como “una estructura neuropsicológica
generalizada (peculiar del individuo), con la capacidad de interpretar y manejar
muchos estímulos funcionalmente equivalentes, y de iniciar y guiar formas
consistentes (equivalentes) con un comportamiento adaptativo y estilístico”. Una disposición personal produce equivalencias en función y significado
entre varias percepciones, creencias, sentimientos y acciones que no son
necesariamente equivalentes al mundo natural o a la mente de cualquier otro.
Una persona con la disposición personal “miedo al comunismo” puede incluir
rusos, liberales, profesores, huelguistas, activistas sociales, ecologistas,
feministas y así sucesivamente. Esta persona “metería a todos dentro del mismo
saco” y respondería a cualquiera de ellos con un grupo de comportamientos que expresen
su miedo: haciendo discursos, escribiendo cartas de denuncia, votando, armándose,
volviéndose rabioso, etc.
Aun así, Allport
reconoce que dentro de cualquier cultura particular, existen rasgos comunes o disposiciones;
unas que son parte de esa cultura y que cualquiera reconocería y nombraría.
En nuestra cultura, diferenciamos con frecuencia a los introvertidos de los extravertidos
o entre los liberales y los conservadores, y todos sabemos (burdamente) a qué
nos referimos. Pero otra cultura podría no reconocerlo. Por ejemplo, ¿qué
significaría liberal y conservador en la Edad Media?
El autor defiende
también que algunos rasgos están mucho más atados al proprium (el propio yo de cada uno) que otros. Los rasgos centrales son la piedra
angular de tu personalidad. Cuando describimos a alguien, con frecuencia
usaremos palabras que se referirán a los siguientes rasgos centrales: listo,
tonto, salvaje, tímido, chismoso…Gordon ha observado que la mayoría de las
personas tienen entre cinco y diez de estos rasgos.
También existen los
llamados rasgos secundarios,
aquellos que no son tan obvios o tan generales, o tan consistentes. Las
preferencias, las actitudes, los rasgos situacionales, son todos secundarios.
Por ejemplo, “él se pone rabioso cuando intentas hacerle cosquillas”; “aquella
tiene unas preferencias sexuales muy inusuales”; o “a este no se le puede
llevar a restaurantes”.
Pero además están
también los rasgos cardinales.
Estos son aquellos rasgos que tienen algunas personas que prácticamente definen
sus vidas. Aquel que, por ejemplo, pasa toda su vida buscando fama o fortuna, o
sexo, es una de esas.
·
Madurez psicológica
Si posees proprium bien desarrollado y un rico y
adaptativo grupo de disposiciones, has logrado una madurez psicológica, término
de Allport para la salud mental. Establece siete características:
1. Extensiones del
Self específicas y
duraderas como el compromiso.
2. Técnicas de relacionarse cálidamente, orientadas a la dependencia de los demás
(confianza, empatía, sinceridad, tolerancia…).
3. Seguridad emocional
y aceptación propia.
4. Hábitos encaminados hacia una percepción realista (contrario
a defensividad).
5. Centramiento en los
problemas y
desarrollo de habilidades centradas en la solución de problemas.
6. Objetivación del Self o lo que es lo mismo, desarrollar la
introspección; reírse de uno mismo, etc.
7. Una filosofía
unificada de la vida, que incluya una particular orientación hacia la valoración;
sentimientos religiosos diferenciados y una conciencia personal.
·
Autonomía funcional
Allport no creía en mirar al pasado como forma de
entender el presente de una persona.
Esta creencia tiene su mayor evidencia en el
concepto de autonomía funcional:
tus motivos actuales son independientes (autónomos) de sus orígenes. No
importa, por ejemplo, por qué quisiste convertirte en médico o por qué
desarrollaste esa predilección por las aceitunas o por el sexo picante; la
cuestión es que ¡ésa es la manera de ser que tienes ahora!
La autonomía funcional se presenta de dos formas:
la primera es la autonomía funcional
perseverante. Se refiere esencialmente a los hábitos (conductas que ya
no sirven para sus propósitos originales, pero que aún se mantienen) Por
ejemplo, podrías haber empezado a fumar como símbolo de la rebeldía
adolescente, pero ahora no puedes dejarlo ¡porque sencillamente no
puedes abandonarlo! Los rituales sociales tipo “Jesús o salud” cuando
alguien estornuda tuvo su razón en un tiempo (¡durante la plaga, e estornudo
era de lejos, un signo más serio de lo que es hoy en día!), pero aún continúa
actualmente porque tiene que ver con una forma de educación.
La autonomía
funcional apropiada es algo más dirigida al self que los hábitos.
Los valores constituyen el ejemplo más común. Quizás te castigaron por ser
egoísta cuando pequeño. Esta acción, de ninguna manera te detractó de ser un
gran generoso actualmente; más bien, ¡se convirtió en un valor para ti! Es
probable que puedas observar ahora que la idea de autonomía funcional de
Allport pueda haberse derivado de la frustración de éste con Freud (o con los
conductistas) Por supuesto que esto podría interpretarse como una creencia
defensiva por parte de Allport.
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